Vivir sin problemas.
-Hakuna matata.
-¿Qué dices?
-Es mi filosofia. Significa: sin problemas, sin preocupaciones. Quedate con nosotros y verás que bien nos la pasamos.
Simba reflexionó. ¿A dónde podía ir? Después de todo ese jabalí regordete y esa suricata parlanchina le parecían muy simpáticos.
-Está bien, me quedo -decidió Simba.
-¡Grandioso! -exclamó Pumba.
Timón y Pumba llevaron a Simba de visita por sus dominios. ¡Qué diferencia con las Tierras del Reino! Aquí, los árboles crecían por todas partes. Los rayos de sol no penetraban la espesa selva y todo era muy fresco.
Simba descubrió pericos y monos rojos que gritaban como locos; avanzó apartando enormes helechos, y el el espectáculo de las flores multicolores y de las enredaderas lo maravilló.
-¡Qué bonito es esto! ¿Dónde estamos?
-¡Por mis bigotes! No nos digas que es la primera vez que vienes a la selva -dijo Timón extrañado.
-¡Tengo hambre! -anunció Pumba.
-Y yo podría comerme un elefante -dijo Simba con fervor.
-Ejem... Ya no tenemos elefantes -dijo Timón.
-¿Y tienen antílopes? -preguntó Simba.
-Escucha, pequeño, si vas a vivir con nosotros, tendrás que adaptarte.
Timón y Pumba se pusieron a buscar comida de inmediato.
-Mira -declaró Timón agitando un enorme gusano-, ya encontramos el desayuno.
Simba no pudo contener una mueca de asco.
-Deja de hacer caras feas, Simba, pruébalo y luego me cuentas.
Simba tenía tanta hambre que tomó el gusano y lo acercó a su hocico.
-Anda, cómetelo -lo animó Timón-. Verás que esta delicioso.
El gusano se retorcía sobre la pata de Simba quien cerró los ojos y se lo metió a la boca.
-No está mal, un poco pegajoso, pero sabroso -aceptó.
Timón y Pumba estaban felices.
-¡Hakuna matata! -exclamaron ambos.
-Hakuna matata -les respondió Simba sonriendo.